Respuesta a P.Coelho

Estos últimos meses apenas he escrito en SinZitaPrevia

(por no decir nada)

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No es que no tenga nada que decir, ni que haya dejado de escribir… sencillamente las cosas que pienso ya no tengo demasiado tiempo de escribirlas y cuando tengo un poco, las escribo en papel.

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Hoy he decidido publicar algo que escribí hace unos días… mientras leía un breve manifiesto de Paulo Coelho sobre su teoría del amor pasional, más intenso y el amor conveniente. Según Coelho… no puede ser el mismo. Yo creo que no.

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Así, Coelho decía:

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«Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos…

Esa persona con la que consigues el consenso, la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…

Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz.

Hasta que cierto día dejareis de intentarlo… Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando.

Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más…

Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza.

Os librareis de él o de ella, dejareis de sufrir, conseguiréis encontrar paz (le sustituiréis por la calma), pero os aseguro que no pasará un día sin que deseéis que estuviera aquí para alteraros, para perturbaros.

Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias.»

Paulo Coelho 

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Al leer esto me pregunté si, entonces, no podíamos esperar que el amor fuera intenso, emocionante, ardiente y pura pasión. Si, por el contrario, debíamos conformarnos con que aquella persona que nos altera los sentidos y las emociones, convirtiéndolas en un torbellino de contrastes, estaba destinada a desaparecer…

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Me negué a creerlo porque, hoy por hoy, tengo a mi lado a una persona que me altera tanto que, en ocasiones, creo que explotaré. Pero, al mismo tiempo, es tan tierno y tengo tanta fe y seguridad en ella que me cuesta creer que esta relación tiene una fecha de caducidad. 

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Con mis dudas y mis convicciones, con mis principios, mis creencias, mi esperanza, y mi fe, opté por responderle a Coelho lo que yo pensaba. No fue una respuesta brillante, ni digna de un gran discurso. Sólo intenté escribir lo que, de verdad, pensaba. Y aunque Coelho nunca será consciente de mis palabras, me doy por satisfecha. Porque la respuesta que le daba no era para él, sino para mí…

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Y esa respuesta fue:

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«Querido Paulo Coelho¿Puede ser que el gran amor del que tanto necesito sus besos, con el que discuto hasta quedarme sin aliento, aquel que hace saltar mis lágrimas… esa persona a la que un segundo odio y al otro desearía fusionarme… puede ser que sea la misma persona que me aporte paz y estabilidad el resto de mi vida porque me da, precisamente, lo que necesito: una vida vibrante, intensa y lejos de la rutina?

¿Pueden ser esas dos personas una única persona? ¿La que aprecio y la que amo con cada centímetro de mi piel? ¿la que pacifica mi alma y altera mi corazón? ¿una persona que me hace el amor de forma salvaje, sin dar cabida a pensar que el sexo sólo es sexo? ¿alguien que me conoce tan bien que sabe adelantarse a mis movimientos y, sin embargo, cree que aún queda mucho por descubrir de mí?

¿Puede que, buscando el amor, encontrara la pasión? ¿Que no sea un todo o nada? ¿Que exista un término medio? ¿Puede ser, Paulo Coelho?

Porque he topado con una persona que me aporta lo que necesito el resto de mi vida, y lo que necesito día a día. Una persona en la que he pensado a lo largo de todo tu manifiesto, sin que otra cruzara por mi mente. Y he hecho un esfuerzo por tratar de cruzar a otro por mi mente mientras leía, pero no he podido. Porque la persona que quiero es el término medio y el extremo. De punta a punta, es mi todo.

Es el gran amor del que tanto necesito sus besos, con el que discuto hasta quedarme sin aliento, aquel que hace saltar mis lágrimas… esa persona a la que un segundo odio y al otro deseo que nunca se vaya… es la misma persona que me aporta paz y estabilidad a mi vida (y quizás por el resto de ella) porque me da, precisamente, lo que necesito: una vida vibrante, intensa y lejos de la rutina. Esas dos personas son una única persona. La que aprecio y la que amo con cada centímetro de mi piel. La que pacifica mi alma y altera mi corazón. Una persona que hace el amor de forma salvaje, sin dar cabida a pensar que el sexo sólo es sexo. Alguien que me conoce tan bien que sabe adelantarse a mis movimientos y, sin embargo, cree que aún queda mucho por descubrir de mí. La pasión que buscaba cuando encontré el amor.

Quizás es el hombre perfecto y, si lo es, tengo suerte, está conmigo.»

Z.C.B.B.